domingo, 11 de marzo de 2012

Qué es lo que separa a un buen trasplante de un desastre?:


Hay muchos factores pero los más importantes radican en la habilidad del cirujano, la particular de ser un buen candidato a trasplante, y lo más importante, la técnica a utilizar. Un cirujano puede ser muy habilidoso y usted ser un perfecto candidato, pero sin la técnica adecuada los resultados no serán naturales.


Desgraciadamente la historia de los trasplantes comenzó con aquellas técnicas punch (o injertos en pelo de muñeca) que a pesar de ser inaceptables técnicamente por sus resultados no naturales persistieron durante mucho tiempo dando muy mala fama a los trasplantes. Afortunadamente la técnica progresó y aparecieron los mini y micro implantes que conseguían una línea capilar frontal algo más natural, aunque no perfectamente natural. La razón es simple, si quieres hacer algo natural tienes que imitar a la naturaleza pues la perfección sólo existe en ella.


El pelo en su forma natural crece en lo que conocemos como unidades foliculares (UF,s). A pesar de que este concepto fue descrito hace mucho tiempo por los patólogos, la existencia de unidades foliculares fue largamente olvidada por los especialistas en restauración capilar. La unidad folicular de un adulto se compone de 1 a 4 pelos terminales (gruesos). Pero además de estos pelos terminales, la unidad folicular contiene 1 ó 2 pelos finos (vello), glándulas sebáceas, un pequeño músculos y una fina red nerviosa y vascular, rodeados por una fina banda de colágena llamada perifolículo. La unidad folicular es así la estructura capilar mínima y debe ser conservada y trasladada con total indemnidad para conseguir una apariencia natural y máximo crecimiento.


Durante una sesión de trasplante por la técnica de la tira, las unidades foliculares deben ser separadas por expertas auxiliares usando un microscopio binocular para asegurarnos la indemnidad de dichas unidades antes de ser trasplantadas. En una sesión de extracción de unidades foliculares (FUE), los folículos ya se extraen individualmente aunque también es costumbre visualizarlos en el microscopio para comprobar su indemnidad y desechar aquellas partes no útiles del mismo (rodete cutáneo).


Una vez tenemos las unidades foliculares preparadas para su inserción, independientemente del método utilizado para su extracción, necesitamos ahora conseguir implantarlas en esas zonas calvas o despobladas con el mínimo traumatismo para el folículo y la piel receptora. Durante años se ha utilizado el clásico sistema de tomar los injertos uno por uno con pinzas y colocarlos dentro de las hendiduras que el cirujano ha realizado previamente con una hoja de bisturí pequeña. Los injertos así colocados tienen tendencia a salirse, por lo que habitualmente se ubican a una distancia de 4 a 5 mm entre sí. Se continúan insertando en otras áreas, y así dar tiempo (unos 20 minutos o más) para que el fibrinógeno se convierta en la fibrina que sostenga el injerto antes de regresar a colocar otros en los espacios que hemos dejado. A partir de ese instante, la distancia es de 2 a 2.5 mm. En manos expertas el mismo proceso se repite varias veces hasta que los injertos estén lo más cerca posible, por lo general de 1 a 2 mm entre sí. Otros prefieren ir a una segunda sesión en un tiempo posterior. Todo este proceso también ha evolucionado. Hace una década se comenzó a utilizar el láser para intentar realizar heridas más pequeñas y con menor sangrado. El uso del LASER en los tratamientos de crecimiento capilar es un tema extremadamente discutido. Muchos cirujanos capilares opinan que el láser es únicamente una herramienta de Marketing. Esta preocupación se hizo evidente en el Congreso Anual de la Asociación Internacional de Cirujanos Capilares en 1995. El láser convierte energía eléctrica en luz, y lo que crea en el cuero cabelludo son incisiones o agujeros quemando y dañando la zona de alrededor. Las incisiones o agujeros son causados a través de una vaporización del tejido lo cual deja la zona para el transplante capilar dañada y el futuro crecimiento del folículo transplantado. Los LASER actuales son menos dañinos pero aun causan un daño térmico excesivo en el tejido (quemadura). Y en nuestra opinión NUNCA deberían ser usados.


Actualmente creemos que la mejor manera de colocar los folículos en la zona receptora es con la utilización del Implanter. Con él, el pelo entra protegido dentro de la piel por la vaina metálica de la aguja acanalada (de 0.7, 1 y 1.2 mm) que posee y el folículo es depositado a la profundidad deseada, y con la dirección elegida, de una manera natural, sin la presión que produce la pinza al introducirla en la herida. Ello preserva la vitalidad de esa UF y como consecuencia un mayor tanto por ciento de supervivencia (mayor al 93%) y un mejor crecimiento y desarrollo (menos foliculitis y costras). Además, al utilizar una menor hendidura podemos ubicar las UF,s a una distancia más corta desde el principio sin temor a que se salgan, sobre todo en aquellas zonas que necesitan más densidad y naturalidad como es la línea frontal, donde hay que conseguir distancias de 1 mm entre injertos. Por útimo, las heridas en el cuero cabelludo cicatrizan antes, la costra que producen es mínima y al ser menores las incisiones la piel recobra su estado natural, sin que posteriormente notemos ese hundimiento perifolicular típico de heridas e injertos más grandes.